Soy Rosa Torres y soy responsable de Piscinas de la Hospitalidad de Segorbe – Castellón.
Empecé a ir con 17 años, llevo alrededor de 45 o más años peregrinando, llega un momento que se pierde la cuenta. Recuerdo perfectamente mi primer viaje y como la Virgen ya me enganchó, a pesar de trabajar mucho, también nos lo pasamos muy bien. Recuerdo aquellos momentos de convivencia en el viaje que realizábamos en el tren de la Esperanza.
He pasado por todos los servicios, menos el de aguadera, ya que me pillaba un poco mayor cuando fui por primera vez y ahora llevo 36 años en piscinas.
En este servicio, nos encargamos de bañar a los enfermos y peregrinos en las piscinas que hay dentro del Santuario. Dentro de las piscinas se produce un momento muy especial, es un momento muy íntimo entre María y el peregrino o enfermo. Nosotros nos dedicamos a ayudarles a desnudarse y cubrirles con una sábana para guardar toda su intimidad. A la hora de entrar a la piscina les acompañamos y hacemos una pequeña oración junto a ellos. Es el trabajo que más me llena, todos deberíamos probar un año para saber que se siente allí dentro. Podría contar muchísimas cosas que me han pasado y que me han llenado tanto, siempre la virgen nos tiene preparado algún regalo para llevarnos a casa.
Lourdes, para mí es un trocito de cielo que aquí en la tierra, cada año cuando llegan las fechas es como una necesidad el tener que ir, cuando vuelves, vuelves con las pilas cargadas para poder transmitir todo lo vivido allí, aquí en nuestros pueblos.
Si alguien no ha ido nunca a Lourdes, les invito a que peregrinen, pero no en plan excursión, sino sirviendo al que nos necesita. Hay que ver la fe con la que vienen los enfermos, hospitalarios, peregrinos y todos los que van. No se puede expresar lo que se siente, se tiene que vivir.